"Fíjate,tanto golpe de pecho en la iglesia y luego sus obras en la calle dejan mucho que desear". Esta es una queja frecuente de muchas personas no creyentes o lejanas a la Iglesia. Ciertamente lo que valoran no es tanto la práctica religiosa en sí misma, sino el testimonio concreto en la vida diaria. Con sinceridad, suele faltar mucho de eso.
El reto para ti y para mí es lo que afirma Juan en su primera Carta: " Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos porque amamos a los hermanos." Cuántos gestos podemos cuidar a lo largo del día: un saludo, una llamada, un mensaje, una visita, interesarse por la salud y la familia, cuidar las conversaciones... En medio de este mundo con tantas situaciones de muerte, los cristianos estamos llamados a ser portadores de vida, a hacerla presente. Todo esto dará un sentido distinto a nuestra propia existencia: "En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos." Ahí está la invitación, el gozo será pleno.
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Julio Roldán