Una llamada para todos
Hablar el lenguaje de
la calle no ha sido fácil para los Papas a la hora de escribir. Sin embargo, el
estilo de Francisco es cercano y fácilmente comprensible para todos. En este
sentido, es una auténtica delicia leer la última exhortación apostólica del Papa “Alegraos y regocijaos”, sobre la llamada
a la santidad en el mundo actual. Ciertamente, es un verdadero placer leer cada
una de las páginas de este documento eclesial. En su lectura, descubres la
hermosa y sencilla tarea de ser santos, meta al alcance de todos. Esta
enseñanza no es nueva, forma parte de la tradición y magisterio de la Iglesia. Basta
recordar el mensaje del Concilio Vaticano II quien habla de la llamada a la
santidad de todos los cristianos.
Con el deseo de
hacerte crecer en tu propio proceso personal y espiritual, comparto contigo las
siguientes reflexiones, ojalá puedan servirte en el camino de tu propio
seguimiento de Cristo. Sí que me gustaría que me hagas llegar tu propia
reflexión, siempre es enriquecedor compartir.
Estructura
Son cinco capítulos,
con distintos temas, todos complementarios entre ellos.
Capítulo 1º - Llamada
a la santidad
Capítulo 2º.- Sutiles enemigos de la santidad
Capítulo 3º.- A la luz del Maestro. Las Bienaventuranzas.
Capítulo 4º .-
Algunas notas de la santidad en el mundo actual
Capítulo 5º .- Combate, vigilancia y discernimiento.
Algunos números destacables
Capítulo 1
Nº 11.- Se afirma que cada uno tiene su propio camino
de santidad, cada creyente su estilo. Realmente es muy liberador ya que no se
trata de imitar a nadie:
«Cada uno por su camino»,
dice el Concilio. Entonces, no se trata de desalentarse cuando uno contempla
modelos de santidad que le parecen inalcanzables. Hay testimonios que son útiles
para estimularnos y motivarnos, pero no para que tratemos de copiarlos, porque
eso hasta podría alejarnos del camino único y diferente que el Señor tiene para
nosotros. Lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y
saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él
(cf. 1 Co 12, 7), y no que se desgaste intentando imitar algo
que no ha sido pensado para él. Todos estamos
llamados a ser testigos, pero «existen muchas formas existenciales de
testimonio». De hecho, cuando el gran místico san Juan de la Cruz escribía su Cántico
Espiritual, prefería evitar reglas fijas para todos y explicaba que sus versos
estaban escritos para que cada uno los aproveche «según su modo». Porque la
vida divina se comunica «a unos en una manera y a otros en otra”.
Nº 22.- No entretenerse en detalles, entender al
santo en el conjunto de su vida, entender la santidad en su totalidad:
“Para reconocer cuál es esa palabra que
el Señor quiere decir a través de un santo, no conviene entretenerse en los
detalles, porque allí también puede haber errores y caídas. No todo lo que dice
un santo es plenamente fiel al Evangelio, no todo lo que hace es auténtico o
perfecto. Lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero
de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo y que resulta
cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su persona.”
Nº 34.- No tener miedo de apuntar más alto:
“No
tengas miedo de apuntar más alto, de dejarte amar y liberar por Dios. No tengas
miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. La santidad no te hace menos
humano, porque es el encuentro de tu debilidad con la fuerza de la gracia. En
el fondo, como decía León Bloy, en la vida «existe una sola tristeza, la de no
ser santos».
Capítulo 2
Nº 59.- Destaca el peligro de ser esclavos de
normas y estructuras eclesiásticas y eclesiales. Recuerda que los preceptos de la
Iglesia deben exigirse con moderación:
“Sin darnos cuenta, por pensar que todo depende del esfuerzo
humano encauzado por normas y estructuras eclesiales, complicamos el Evangelio
y nos volvemos esclavos de un esquema que deja pocos resquicios para que la
gracia actúe. Santo Tomás de Aquino nos recordaba que los preceptos añadidos
al Evangelio por la Iglesia deben exigirse con moderación «para no hacer pesada
la vida a los fieles», porque así «se convertiría nuestra religión en una
esclavitud”.
Capítulo 4
Nº 127.- Ser positivos, agradecidos no demasiado
complicados, tener por tanto un espíritu flexible:
“Su amor paterno nos invita: «Hijo, en
cuanto te sea posible, cuida de ti mismo […]. No te prives de pasar un día
feliz» (Si 14,11.14). Nos quiere
positivos, agradecidos y no demasiado complicados: «En tiempo de
prosperidad disfruta […]. Dios hizo a los humanos equilibrados, pero ellos se
buscaron preocupaciones sin cuento» (Qo 7,14.29). En todo caso, hay que
mantener un espíritu flexible, y
hacer como san Pablo: «Yo he aprendido a bastarme con lo que tengo» (Flp 4,11).
Es lo que vivía san Francisco de Asís, capaz de conmoverse de gratitud ante un
pedazo de pan duro, o de alabar feliz a Dios solo por la brisa que acariciaba
su rostro.”
Nº 137.- Un aviso
importante: la costumbre seduce, ahí radica el peligro del inmovilismo.
Personalmente, me parece un número que no tiene pérdida. Aquí lo tienes a
continuación:…
“La costumbre nos seduce y nos dice que
no tiene sentido tratar de cambiar algo, que no podemos hacer nada frente a
esta situación, que siempre ha sido así y que, sin embargo, sobrevivimos. A causa de ese acostumbrarnos ya no nos
enfrentamos al mal y permitimos que las cosas «sean lo que son», o lo que
algunos han decidido que sean. Pero dejemos que el Señor venga a
despertarnos, a pegarnos un sacudón en nuestra modorra, a liberarnos de la
inercia. Desafiemos la costumbre, abramos
bien los ojos y los oídos, y sobre todo el corazón, para dejarnos descolocar
por lo que sucede a nuestro alrededor y por el grito de la Palabra viva y eficaz
del Resucitado. “
Capítulo 5
Nº 164.- Habla de la
corrupción espiritual y advierte de quienes sienten que no tienen pecados
graves pueden descuidarse y vivir una especie de atontamiento o adormecimiento:
“El camino de la santidad es una fuente
de paz y de gozo que nos regala el Espíritu, pero al mismo tiempo requiere que
estemos «con las lámparas encendidas» (Lc 12,35) y permanezcamos atentos: «Guardaos
de toda clase de mal» (1 Ts 5,22). «Estad en vela» (Mt 24,42; cf. Mc 13,35). «No
nos entreguemos al sueño» (1 Ts 5,6). Porque
quienes sienten que no cometen faltas graves contra la Ley de Dios, pueden
descuidarse en una especie de atontamiento o adormecimiento. Como no
encuentran algo grave que reprocharse, no advierten esa tibieza que poco a poco
se va apoderando de su vida espiritual y terminan desgastándose y corrompiéndose.”
Observaciones personales
1.- Dedica un
capítulo entero a las bienaventuranzas, con lo cual está destacando la primacía
de la Palabra, la Escritura, la identificación con el Maestro.
2.- No habla ni profundiza en los medios
espirituales para la santidad, los da por supuestos, con lo que indica la
importancia de las actitudes que configuran la santidad de vida.
3.- Hay constantes
referencias a “La alegría del Evangelio”, en continuidad con el Magisterio de
Francisco y la Tradición de la Iglesia. Alegría, cambios… son palabras que
orientan este documento.
4.- En la introducción hay dos números uno en
el que por una parte se dice “no a una existencia mediocre, aguada, licuada” y por otro lado subraya la elección del Señor
para ser santos
5.- El primer y último
capítulo entenderlos en su contexto: la llamada a la santidad es un combate
desde la vigilancia y desde el discernimiento y por lo tanto una invitación a
no dormirse.
6.- Importante el
apartado cuarto, en el que tras los peligros y la iluminación de la Palabra, se
descubre y se vive en las manifestaciones del amor de Dios y al prójimo .
7.- Toda la llamada a
la santidad se entiende desde una clave comunitaria, la importancia de los
otros y apela a una huída de un falso espiritualismo. Llamada a la vivencia de
la caridad, al servicio a los pobres…
8.- Habla de ejemplos
de santidad cercanos, y por tanto la necesaria humildad para reconocerlos.Es
una invitación a mirar más allá de nosotros mismos para aprender de los demás.
9.- Contempla un
reconocimiento de la santidad fuera de la Iglesia católica, haciéndose eco de “Novo
Millennio Ineunte” de San Juan Pablo II. Echo en falta que se podría haber
desarrollado más este punto, pero por otra parte lo entiendo, puesto que esta
exhortación apostólica se dirige a los cristianos.
10.- Crecer en los
pequeños gestos: “Encontrar una manera más perfecta de vivir lo que ya hacemos”
(nº17).
11.- La gracia del
bautismo nos hace fructificar en caminos de santidad (nº 15)
12.- La
identificación del cristiano es con Cristo y no con los santos.
13.- Advierte del
peligro del subjetivismo, donde uno mismo se convierte en el centro de todo, y
por otra parte la tentación de basar todo en el esfuerzo y la propia voluntad
sin contar con Dios.
14.- Muy destacable
el apartado sobre la alegría cristiana acompañada del sentido del humor (nº
126)
15.- Señala modos
concretos de oración como la memoriosa (nº 153), recordando la cercanía del
Señor en la propia vida desde una memoria agradecida. También la de intercesión
(nº 154), trayendo a la mente y al corazón los nombres y rostros de quienes se
encomiendan a nuestra plegaria.
16.- Remite a “La
alegría del Evangelio”, referencia básica del Papa Francisco para entender las
líneas pastorales de la Iglesia para las próximas décadas, y por otro lado una
ayuda para profundizar en este camino de la santidad en comunión eclesial.
17.- Necesidad de
audacia y fervor, motor de los cambios. Cuando observo que cuestan mucho los
cambios, no solamente a los cristianos, sino también a los Obispos, me hace
preguntarme si realmente hay audacia y fervor. En este sentido, aquí tenemos un
gran reto.
Espero que toda esta
reflexión te sirva como guía de lectura, la exhortación apostólica, puedes
descargarla en esta misma página, o directamente desde aquí.
Agradezco puedas
contactar conmigo para compartir tus conclusiones o cuanto te ha llamado la
atención o aquello que vas a empezar a vivir ya desde ahora…
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Julio Roldán