Adoración como sanación de la persona
Podemos estar ante el Señor, pero con el corazón cerrado.
*Corazón abierto, escucha del Señor:
“Te regalo la vida, vívela como un regalo,
mereces vivir.
Eres mi criatura amada, Hijo/a de Dios.
Te amo y te doy capacidad de amar.”
Lo importante es ser, no nos define lo que hacemos ni lo que tenemos. Somos hijos de Dios, amados de Él.
*Cómo saber si mi Adoración la realizo con el corazón abierto o no…Ejercicio de discernimiento personal.
-Primer criterio
A veces, o muchas, creemos que hay que llevar un montón de hojas fotocopiadas, libros, novenas… Piensas que lo que haces es lo que te define. San Agustín dice: lo propio de Dios es hacer, propio del ser humano dejarse hacer. La Adoración no es hacer, sino dejarse hacer.
En este sentido, deja de hacer muchas cosas en la adoración para escuchar lo que el Señor te dice:
“Te regalo la vida, vívela como un regalo,
mereces vivir.
Eres mi criatura amada, Hijo de Dios.
Te amo y te doy capacidad de amar.”
-Otro criterio de discernimiento para saber si tengo mi corazón abierto en la adoración.
El tipo de mensaje que comunico a los demás.
Si realmente escucho del Señor:
“Te regalo la vida, vívela como un regalo,
mereces vivir.
Eres mi criatura amada, Hijo/a de Dios.
Te amo y te doy capacidad de amar.”
Lo lógico es que transmitas a un Dios amor, que nos quiere felices y nos da capacidad de amar.
Pero en ocasiones no es así, es curioso que personas creyentes nos quieran confundir con una imagen dura de Dios basada en preceptos y normas, en una mirada apocalíptica de la realidad…Intentan contagiar una religión de miedo, de castigo, de juicio…
Ese tipo de personas necesitan sanación. Su adoración la realizan con el corazón cerrado.
Ese tipo de personas necesitan escuchar del Señor:
Te regalo la vida, vívela como un regalo, mereces vivir.
Eres mi criatura amada, Hijo de Dios.
Te amo y te doy capacidad de amar.
¿Por qué no lo escuchan? No tanto porque no quieren sino porque no pueden. Tienen una historia de dolor en su vida, una historia aún no sanada por mucho tiempo que lleven en la Iglesia ni tampoco sanada por muchos rezos que aparentemente quieran hacernos ver a los demás.
Por lo tanto, cuando el mensaje que transmites no es de un Dios amor, que nos quiere felices y nos da capacidad de amar, sino todo lo contrario tu corazón necesita ser sanado.
Si vamos a la raíz, cambia todo. Si tienes un corazón necesitado de sanación es porque en tu infancia te dijeron que no valías nada, te regañaban, te decían que no llegarías lejos, nunca te reconocieron tus valores y cualidades…
Piensa que Dios te da gratuitamente la vida porque quiere: Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti.
Es hora de cambiar tu mente y tu corazón en aquello en lo que te educaron y creciste.
La sanación a la luz de la Palabra
La Palabra de hoy nos da pistas para esta sanación. La lectura de Pablo te lo recuerda: renovar la mente y el corazón…
Para sanar tu corazón no necesitas tenerlo totalmente sanado para bendecir al Señor. Sea como sea el momento de tu vida, tu propia historia personal bendice al Señor.
El Salmo lo dice: “Bendigo al Señor en todo momento “. Me uno a mis hermanos y hermanas para bendecir siempre al Señor, independientemente de cómo esté mi corazón.
El Evangelio te invita a que reconozcas que si tu corazón no está sanado, tu vida se paraliza por el miedo. Basta que te presentes con fe ante Jesús y quites del tejado de tu vida esos pensamientos que te hacen creer que no mereces vivir, que no vales nada, que eres incapaz de amar.
Si necesitas oración para que tu corazón sane pídela. Busca camilleros que te lleven al encuentro con Jesús. Reconoce tus límites y siente la necesidad de pedir ayuda, de acercarte con tu parálisis de miedo al Señor.
Si tu corazón está sanado, da gracias por aquellas personas que como camilleros te acercaron a Jesús, ofrécete como camillero para presentar en la oración los corazones aún no sanados, para hacer tuyo el dolor ajeno necesitado de sanación.
Hoy el Señor, te dice: Levántate, coge tu camilla y echa a andar. Levántate, es decir deja de lado esos pensamientos instalados en la queja constante para escuchar del Señor:
Te regalo la vida, vívela como un regalo, mereces vivir.
Eres mi criatura amada, Hijo de Dios.
Te amo y te doy capacidad de amar.
Coge tu camilla y echa a andar. Coge tu historia personal porque el Señor te quiere como eres, deja que Jesús en la adoración sane tu corazón herido, tus malos pensamientos consentidos y ponte a caminar.
El mundo necesita personas con el corazón sanado que anuncien el amor de Dios manifestado en Jesús Eucaristía, entregados hasta el límite como el Maestro, personas de corazón abierto de par en par.
Esta Eucaristía, celebrada en este 21 aniversario de la Capilla de Adoración, sea ocasión para que el Señor sane los corazones destrozados y sintamos su salvación, signo de sanación.
Así se lo pedimos al Señor en esta oración espontánea que realizo en su presencia…
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Julio Roldán