“Caminante
no hay camino, se hace camino al andar…
Caminante, son tus huellas el camino, y
nada más;
caminante, no hay
camino: se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve
la senda que nunca se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay
camino, sino estelas en la mar.”
Estos versos del poeta Antonio Machado, resumen mi experiencia de ser sacerdote, mi modo de vivirlo.
Hace unos días, un buen amigo me comentó que en su meditación
se fijaba en que Jesús era ante todo un caminante, alguien que estaba
continuamente en camino y por tanto esa referencia debe ser la misma para un
cristiano.
Lo vemos cuando se traslada de una ciudad a otra, de un
poblado a otro, predicando la buena noticia del reino, acogiendo a las
personas, escuchándolas, realizando signos y prodigios.
Y en este caminar, ha llegado a Jerusalén. Lo ha anunciado a
sus discípulos y ellos no entendieron que allí debía de padecer y morir para
luego resucitar. Sin embargo, sabiendo lo que le esperaba en la Ciudad Santa no se ha
echado atrás, sino que ha sido fiel a la voluntad del Padre.
Hoy le recibe una multitud aclamándolo, alzando sus ramos al
aire… Los mismos que unos días después lo van a entregar y van a gritar
pidiendo su crucifixión…
Te invito a que, como seguidor/a de Jesús caminante descubras
tu vida como un camino, marcado por momentos y etapas. ¿En qué momento te
encuentras del camino de tu vida?¿Qué ha cambiado en tu vida desde el último
domingo de ramos, hace ahora un año?
Tienes en tus manos, unos ramos de olivo que has agitado en
el aire, acompañando a Jesús…Y lo has hecho como expresión de tu deseo de
seguirlo…Sin embargo, tenemos nuestras contradicciones y debilidades. Cuántas
veces estamos animados a dar la vida por Cristo, pero el respeto humano, el
miedo, el ser cumplidores de normas y preceptos nos aleja del seguimiento
auténtico de Jesús. Sólo el Espíritu del Señor te ayudará a ti y a mí a superar
nuestras propias contradicciones, a ser más auténticos en el seguimiento de
Cristo.
Te animo a que en este día descubras cómo quieres acompañar a
Jesús en sus últimos días, en su pasión y muerte, para finalmente poder ser
testigo de su resurrección. Te animo a que descubras cuál es tu papel en la
pasión del Señor. Hoy no es fácil elegir, la oferta cultural y de tiempo libre
es muy amplia en estos días y vivir cristianamente estos días exige madurez y
responsabilidad…
En este contexto doy gracias al Señor por el regalo del
sacerdocio. Lo mejor que me ha pasado en mi vida. Un camino de 28 años, con
diversos momentos y etapas. Una nueva etapa actual, distinta a la vivida los
últimos años. Un deseo, ser pastor con
olor a oveja. Una pasión, llevar el evangelio al hombre y la mujer de hoy de
modo renovado con creatividad e imaginación, hacerlo cercano al ser humano como
respuesta a sus búsquedas e inquietudes. Un sueño, acoger con los brazos
abiertos, escuchar con unos oídos atentos sin prejuicios, tender mi mano a quien
la desee para acompañar en la fe, animar, consolar, liberar… En definitiva,
ofrecer mi corazón a Cristo para seguir amando.
Pido al Señor, al celebrar mi aniversario sacerdotal en este
domingo de ramos, me haga un fiel discípulo suyo sin miedo a la cruz, sin miedo
a las dificultades y adversidades para en definitiva resucitar con Él, le
presento mi persona y mi ser para que tome mi barro y haga de mí su mejor obra.
Le doy gracias a Dios por todas las personas puestas en este
camino, desde mi familia, a las personas que Él puso en las parroquias en las
que estuve, a cuantos hoy forman parte de mi trabajo pastoral en las diversas
realidades eclesiales. En definitiva, a cuantos sin unirme los lazos de la
sangre, los considero parte de mi vida, cuyos vínculos quizá sean mayores que
los familiares.
Miro al camino que me queda por recorrer, no sé cuánto desea
el Señor que dure esta senda a recorrer en la propia existencia. Pero me pongo
con la confianza ante este itinerario sabiendo que aquel que me llamó, él mismo
llevará a buen término la obra iniciada en mí.
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.
Un saludo.
Julio Roldán