Señor, este día es siempre llamada. Interpelación de aquello que estoy llamado a ser.
Lo vivo como un reto permanente, una tarea a realizar día a día.
Gracias, Señor, porque me llamas a ser feliz.
La felicidad es la recompensa de quien te sigue.
Me siento seguro porque sé que deseas lo mejor para mí,
por tanto ilumina mis decisiones para encaminarlas
a conseguir aquello más plenificante para mi existencia
Movido por la confianza en ti, sé no me pides por encima de mis capacidades.
Tengo ante mí, ese sueño privilegiado de Dios para conmigo,
un camino humano - espiritual único e irrepetible.
La aventura de ser yo mismo con autenticidad, sin prejuicios y con libertad.
Sostenido por tu amor incondicional, me basta tu gracia.
Estoy en tus manos, unido a las de quienes me han precedido.
Deseo caminar con los pies en la tierra, muy unido a cualquier ser humano,
sea quien sea, independientemente de cualquier procedencia, cultura o creencia.
La mirada en ti, en lo alto, lugar donde está mi meta.
Mis manos sean las tuyas, mis pies los tuyos, la mirada la tuya...
En definitiva, mi deseo crecer en conocimiento y amor hacia ti, Señor.
Parecerme cada vez más a ti en mis pensamientos, palabras y acciones.
Ese es el camino de la santidad.
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Julio Roldán