Motivación
visual
La
imagen de esta fotografía acompañando estas palabras, unas manos unidas en
torno a una mesa, expresa la fraternidad
de quienes oran los unos por los otros. Se trata de vivir la COMUNIÓN.
0.-
El acto previo de ayer
La
tarde de ayer, es el preludio gozoso de la celebración de hoy en este décimo
sexto aniversario. Participaron más de medio centenar
de personas en el encuentro celebrado en el salón de actos de las Nazarenas. Una
pregunta “¿Qué retos tiene hoy para ti la
santidad?”, basado en la exhortación apostólica “Alegraos y regocijaos” del Papa Francisco, es una auténtica
experiencia de comunión y fraternidad.
Desde aquí el más sincero agradecimiento a Rafael, a Raúl y Sorange,
Rosa Delia y finalmente Juan Carlos y Eli. Todos ellos relacionados con la
Capilla, los dos matrimonios adoradores y las otras dos personas son
visitadoras. Hay que tener en cuenta que a lo largo de la semana pasan tantas
personas como adoradores que incluso
acuden varias veces a la semana superando el tiempo de una hora semanal que
habitualmente dedica quien es propiamente adorador. Aprovecho a recordar que si aún no conoces
esta carta del papa puedas leerla desde que puedas, no te la pierdas, ¡es toda
una gran riqueza espiritual!
1.-
Significado de comunión
La
palabra comunión no se refiere únicamente a recibir el Cuerpo de Cristo, a
comulgar…Va más allá de ese acto puntual. Vivir la comunión es vivir la común
unión no solamente con Cristo, sino también con el hermano.
Y ahí tenemos el gran reto. Tu comunión será auténtica cuando vives en comunión
con las personas que te rodean. Estar hoy aquí esta tarde en esta eucaristía ya
es un acto de comunión. La fecha del 11 de octubre es esa fecha importante y
entrañable, para reservar ya de un año para otro en nuestra propia agenda y que
no podemos perdernos quienes realmente nos sentimos parte de esta familia de la
capilla de Adoración eucarística.
2.- La comunión desde
la Palabra
La Palabra que hemos
escuchado nos ayudan a profundizar en esta reflexión. La lectura de la primera
carta de San Juan ( 1 Juan 1, 3-7)
recuerda : "lo que hemos visto y oído, os
lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y
nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo." El anuncio del evangelio nace de una
experiencia de comunión con Dios que llevará a la comunión con los hombres y
mujeres de hoy. Y más adelante afirma: "Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz,
estamos en comunión unos con otros”. Caminar
en la luz, es vivir en comunión con los hermanos.
El Evangelio del día de hoy, es una
llamada a la confianza en la oración (Lucas 11, 5-13): Pide y se te
dará, busca y encontrarás, llama y se te abrirá. No hay petición que quede sin
respuesta, Dios quiere darte no exactamente lo que le pidas, sino algo más
importante y mejor, aquello que necesitas. La perseverancia y constancia en la
plegaria es algo básico y fundamental. Pero, fíjate, se trata no tanto
de una oración individual y personal, sino una oración que cada vez sea más
comunitaria y más eclesial. Una relación con Dios que es auténtica comunión con
los hermanos.
3.- Medios para la
comunión
¿Qué medios tienes para
vivir la oración desde la comunión? Son varios, uno de
ellos el que cuando tengamos el listado actualizado de adoradores con sus datos
personales, podamos pedir los unos por los otros, de modo especial cuando uno
celebra su propio cumpleaños o un aniversario.
¿Te
imaginas lo bien que te puedes sentir cuando hay una fecha especial en tu vida,
que todos los adoradores pidan por ti? Es una oración más comunitaria y menos
individualista donde la fuerza de la oración es poderosa al unirnos los unos
por los otros en una plegaria mutua. A esto podemos añadir la oración
por los sacerdotes, en que próximamente a cada adorador
se le dará el nombre de un sacerdote para orar personalmente por él y cuyos
frutos pueden ser maravillosos por la mediación del Espíritu Santo. Pidamos
vocaciones sacerdotales, por los sacerdotes, los seminaristas, los niños y los
jóvenes para que descubran su camino y si el Señor les llama por este camino
del sacerdocio reciban todo su apoyo familiar…
Asimismo en la oración
podemos intensificar nuestra comunión con Dios, no tanto para pedirle, sino
para ir más allá, para aprender a escucharle, tarea mucho más importante para
vivir en disponibilidad al proyecto que Él tiene contigo y conmigo. Recuerdo
aquella frase de San Agustín, muy válida para poner en nuestros labios: “Pídeme lo que quieras, Señor, y haz que yo
quiera lo que me pides”.
4.-
Mi servicio a la comunión
En este sentido de crear comunión y vivir
desde ella, está mi propia responsabilidad como sacerdote Rector de esta
Capilla. Mi labor va más allá de lo meramente sacramental como es la
celebración de la eucaristía o la penitencia. Mi servicio como Rector es un signo de comunión, para sumar y
multiplicar, no interesa restar ni dividir. Por lo tanto, tengamos presente
estar coordinados, acoger las sugerencias e indicaciones que nos ayudan a
unificar criterios en la propia espiritualidad y talante de quien es adorador
para vivir más en comunión. Estar interesados por participar en retiros y
actividades de la Capilla es un signo también que favorece todo esto para no
empobrecer la adoración.
5.- San Juan XXIII y el Concilio
Vaticano II
Curiosamente,
este
aniversario lo celebramos cada 11 de octubre, día en que la Iglesia recuerda a san
Juan XXIII, promotor del Concilio Vaticano II. Me atrevo a presentarlo como
nuestro santo copatrono. La convocatoria que hizo de aquel importante
momento eclesial fue una bocanada de aire fresco para la Iglesia, un abrir las
ventanas para renovar la vida de la comunidad cristiana extendida por todo el
mundo. Hoy nos hace falta recordar la actualidad del Concilio Vaticano II,
pues en él están recogidos los principios doctrinales y pastorales de la vida
de la Iglesia en este tercer milenio.
5.1.-
Cuando tengas la tentación de mirar para atrás, fíjate en la actualidad del
Concilio, con la mirada en él nos ponemos en camino hacia el futuro.
Entre las principales novedades están la Iglesia como Pueblo de Dios, donde todos
somos importantes por la vocación bautismal y nos ponemos al servicio de todos,
la Iglesia como familia, como lugar para la fraternidad. Desde aquí,
una de las primeras reformas es la liturgia, al hacerse todo en la lengua del
pueblo, se consiguen celebraciones que todo el mundo entiende. Por eso, hoy no
tiene sentido seguir con costumbres que responden a cuando la misa se decía en
latín, es decir rezar el rosario u otras devociones personales durante la misa
impide vivirla en plenitud y con autenticidad.
5.2.-
Otra novedad es la importancia de acudir a las fuentes, es decir la centralidad
de la Palabra de Dios. Hoy proliferan mensajes, supuestas
revelaciones particulares, devociones personales, muchas veces alejadas de la
Palabra de Dios y la sencillez y esencia del Evangelio. Por eso, cuánto me alegra
cuando veo a adoradores en su hora de adoración leyendo y meditando las
lecturas de la eucaristía o rezan con los salmos la liturgia de las horas,
detalles a tener en cuenta en la propia espiritualidad de comunión en el
adorador. Creo que es importante que vayamos dando más importancia a este aspecto
e ir incorporando alguna de las horas del rezo oficial de la liturgia, a las
lecturas de la Eucaristía…
5.3.-
Otro punto novedoso es el papel de los laicos en la Iglesia, es básico
ir asumiendo responsabilidades, compartirlas juntos, sin miedo, sin tener que
pedir al sacerdote que lo haga todo eludiendo uno mismo la tarea personal que
muy bien podría hacer la persona seglar.
5.4.-
Y a nosotros, como adoradores, visitadores de Jesús Eucaristía, el gran reto es
hacer de la Eucaristía “centro y culmen de la vida cristiana”,
en ella confluye la vida, las intenciones personales y familiares, el dolor del
mundo, sus gozos y sus esperanzas, porque nada de lo humano es ajeno al
cristiano. Y de la centralidad de la eucaristía parte nuestro compromiso en el
mundo como sagrarios vivientes para dar testimonio del inmenso amor de Cristo
para cada uno de nosotros.
Ojalá
que desde esta centralidad de la eucaristía y nuestra participación en ella,
podamos oler a pan recién hecho, ese aroma siempre atrayente para vivir la
fraternidad y la comunión. De este modo, otras personas, especialmente jóvenes
puedan sentirse atraídas por Cristo para poder saborear su presencia entre
nosotros.
Por
eso, la
intercesión de nuestro santo copatrono san Juan XXIII, nos puede ayudar a vivir
con más intensidad el Concilio Vaticano II por él convocado y que sigue
teniendo hoy total vigencia. Es un gran gesto de comunión.
6.-
Resumen o idea principal
Quédate
con esa imagen de esas manos unidas en torno a una mesa y esa palabra
“Comunión”, ahí tienes el resumen de estas palabras de hoy, recordando esta
fotografía recordarás toda la homilía de esta fecha. Por mi parte, como
sacerdote Rector ofrezco mi ministerio al servicio de la comunión, al servicio
de la comunión con Cristo y al servicio de la común unión contigo y con cada
uno de ustedes.
La
celebración de este aniversario puede ser una ocasión ideal para renovar el
propio compromiso como adorador y hacerlo de modo comunitario, creando
comunión, sintiéndonos en familia, como estamos ahora. Te invito a que hagas
tuya la siguiente oración:
7.- Plegaria de renovación de
compromiso como adorador
Concédeme, Señor:
Ojos ciegos ante los defectos de mis hermanos. Ojos nuevos para contemplarte con asombro, para poseer una mirada como la tuya sobre mis hermanos, mirada de amor, ternura y misericordia.
Oídos sordos a comentarios y conversaciones inútiles, oídos atentos a tus palabras, para escucharte más en el silencio y en la vida de cada día.
Boca cerrada para críticas y calumnias. Boca que no repita lo mismo por rutina, boca lejana a toda monotonía Boca para bendecir y alabarte. Boca para sonreir más y reírme de mí con humor y amor. Boca bien dispuesta para alentar y animar con mis palabras.
Manos atadas para no cometer maldad. Manos libres para obrar el bien. Manos que dicen adiós al individualismo. Manos unidas no tanto para rezar sino para unirse a otras para construir fraternidad.
Pies que no ofrezcan dificultad para avanzar. Pies de peregrino para recorrer nuevas rutas sin miedo, con valentía, caminando ágilmente en la senda de la vida. Pies en la tierra para no vivir en las nubes y llegar un día al cielo.
Corazón no de piedra, sino de carne para sentir el dolor y las alegrías de los hombres y mujeres de hoy. Corazón para amar la fragilidad ,lo débil. Corazón grande sin puertas y sin miedo para amar. Corazón que palpita ante lo nuevo, se estremece ante el poder de tu amor y la fuerza de tu Evangelio.
Haz de mí un trozo de tu Pan, capaz de partirme y repartirme, quiero tener ese olor apetecible de pan recién hecho, quiero tener olor a ti a través de mis obras...
Renuevo mi compromiso de adorarte y lo hago con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mi ser. Solo quiero quedar fascinado por ti, tan solo lo que hago es mirarte y Tú me miras.
Aquí me tienes para recibirte en cada comunión, pero aún más para poder vivir en comunión, en común unión con mis hermanos. Ayúdame a vivir siempre así con los sacerdotes, religiosos, y todas las personas bautizadas, miembros de tu Iglesia, cuantos somos tu Pueblo.
No te entrego una hora semanal de mi vida, ni dos ni tres.
Ojos ciegos ante los defectos de mis hermanos. Ojos nuevos para contemplarte con asombro, para poseer una mirada como la tuya sobre mis hermanos, mirada de amor, ternura y misericordia.
Oídos sordos a comentarios y conversaciones inútiles, oídos atentos a tus palabras, para escucharte más en el silencio y en la vida de cada día.
Boca cerrada para críticas y calumnias. Boca que no repita lo mismo por rutina, boca lejana a toda monotonía Boca para bendecir y alabarte. Boca para sonreir más y reírme de mí con humor y amor. Boca bien dispuesta para alentar y animar con mis palabras.
Manos atadas para no cometer maldad. Manos libres para obrar el bien. Manos que dicen adiós al individualismo. Manos unidas no tanto para rezar sino para unirse a otras para construir fraternidad.
Pies que no ofrezcan dificultad para avanzar. Pies de peregrino para recorrer nuevas rutas sin miedo, con valentía, caminando ágilmente en la senda de la vida. Pies en la tierra para no vivir en las nubes y llegar un día al cielo.
Corazón no de piedra, sino de carne para sentir el dolor y las alegrías de los hombres y mujeres de hoy. Corazón para amar la fragilidad ,lo débil. Corazón grande sin puertas y sin miedo para amar. Corazón que palpita ante lo nuevo, se estremece ante el poder de tu amor y la fuerza de tu Evangelio.
Haz de mí un trozo de tu Pan, capaz de partirme y repartirme, quiero tener ese olor apetecible de pan recién hecho, quiero tener olor a ti a través de mis obras...
Renuevo mi compromiso de adorarte y lo hago con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mi ser. Solo quiero quedar fascinado por ti, tan solo lo que hago es mirarte y Tú me miras.
Aquí me tienes para recibirte en cada comunión, pero aún más para poder vivir en comunión, en común unión con mis hermanos. Ayúdame a vivir siempre así con los sacerdotes, religiosos, y todas las personas bautizadas, miembros de tu Iglesia, cuantos somos tu Pueblo.
No te entrego una hora semanal de mi vida, ni dos ni tres.
Te entrego mi tiempo, es tuyo; mi persona, todo lo que
soy.
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Julio Roldán