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domingo, 23 de noviembre de 2025

Carta de Cristo Rey

     


 

    Hijo amado: 


    Mientras lees estas líneas, la liturgia de mi Iglesia te presenta aquel momento en que estoy clavado en la cruz, entre dos malhechores (cf. Lc 23,35-43). Muchos me miran y se burlan:
«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo…»
No saben que, precisamente porque no me salvo a mí mismo, estoy salvándolos a todos.

    Desde la cruz, también te miro a ti.

    No te miro desde un trono de oro, sino desde la madera áspera, coronado de espinas y no de piedras preciosas. Mi realeza no se impone por la fuerza: se ofrece, se entrega. Yo reino no cuando domino, sino cuando me doy. Y en ese darme, pienso en todos los enfermos del cuerpo y del corazón, incluidos tú y los tuyos.



    Te contemplo desde la cruz


    Te veo cuando te sientes débil, limitado, confundido por el dolor físico que no comprendes, por diagnósticos que te pesan, por tratamientos que te agotan.
Te veo cuando, aun con el cuerpo sano, llevas el alma enferma: heridas antiguas que no cicatrizan, culpas que no te perdonas, pecados que te avergüenzan, miedos que te paralizan.

    Desde la cruz, no te hablo como un Rey lejano, sino como alguien que ha pasado por el sufrimiento en primera persona. Mi cuerpo está atravesado de clavos, mi respiración es difícil, mi boca tiene sed. No estoy “por encima” del dolor: lo he tomado sobre mí para estar dentro de tu dolor.

    Mientras los poderosos se ríen de mí, en mi corazón resuena tu propia pregunta:
¿Dónde estás, Señor, cuando sufro así?
Y desde la cruz te respondo:
Estoy aquí, contigo. Tan cerca, que tu sufrimiento toca mis llagas.



    Los dos ladrones y tú


    A mi lado hay dos hombres. Los dos están sufriendo, pero no viven el sufrimiento del mismo modo.

    Uno me insulta y me lanza su reproche:
«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros.»
Este corazón herido no confía, sólo exige. Quiere una solución rápida, no una relación. No mira mis ojos, sólo mira los clavos y espera que yo desaparezca de la cruz.

    El otro reconoce su propia miseria. No niega su culpa, no maquilla su historia. Sabe que ha fallado, y sin embargo se atreve a levantar su rostro hacia mí:
«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.»
No pide bajarse de la cruz. No reclama un milagro espectacular. Pide algo más profundo: ser recordado por mí, entrar en mi vida, en mi Reino.

    En estos dos hombres también estás tú. En tu corazón conviven esas dos voces:
– La que se rebela: “Si Dios me amara, no permitiría esto.
– Y la que, aun en la noche, se atreve a decir: “Jesús, acuérdate de mí.

    Cada vez que tu corazón pronuncia esta última oración, aunque sea en un susurro, yo te respondo con la misma promesa que al ladrón arrepentido:
«Hoy estarás conmigo en el Paraíso.»
Quizá no cambien de golpe todas tus circunstancias externas, pero algo decisivo comienza: entras en mi compañía, y allí donde estoy Yo, comienza ya el Paraíso, incluso en medio del hospital, de la soledad, de la depresión, del fracaso.



    Tu enfermedad en mis llagas


    Cuando recorría los caminos de Galilea y Judea, muchos enfermos se acercaban: ciegos, cojos, leprosos, paralíticos, endemoniados, corazones rotos. Yo imponía mis manos, pronunciaba una palabra, y el cuerpo volvía a la salud. Esos milagros no fueron sólo gestos de poder; eran señales de lo que ahora sucede en la cruz.

    En la cruz, mis manos ya no se extienden libres: están clavadas. Pero precisamente esas manos traspasadas siguen siendo manos que sanan. Desde ellas se derrama una gracia más profunda: no sólo curo cuerpos, sino que ofrezco salvación al hombre entero.

  • A los enfermos del cuerpo, les digo:
    Tu dolor no es absurdo. Unido al mío, puede convertirse en fuente de gracia para ti y para otros. No eres sólo ‘el que sufre’, eres mi compañero de cruz, mi cireneo íntimo. Yo no te abandono en la camilla, en la cama, en el quirófano. Estoy ahí, respirando contigo, sosteniendo tu esperanza cuando la tuya se agota.
     
  • A los enfermos del alma, les digo:
    Tus culpas, tus caídas, tus adicciones, tus resentimientos, tu frío interior… todo eso lo he cargado yo también. No te escondas de mí. No te avergüences ante mí. Mis llagas son la puerta por la que tu miseria se convierte en misericordia. Ven a mí en la confesión, entrégame lo que te duele reconocer, y escucharás de nuevo, muy concretamente: ‘Tus pecados quedan perdonados. Levántate y anda’.”



    Cómo te sigo sanando hoy


    Aunque ya no camino visiblemente por tus calles, sigo tocando y sanando a través de mi Iglesia, de los sacramentos, de las personas que te rodean.

  • En la Eucaristía, te doy mi Cuerpo entregado y mi Sangre derramada. Cuando comulgas, el Rey crucificado entra en tu pobreza y comienza una lenta pero real sanación interior: sana tu visión de ti mismo, tu relación con el Padre, tu capacidad de amar.
     
  • En el sacramento de la Reconciliación, renuevo para ti la escena del buen ladrón. Te escucho, te perdono, te devuelvo la dignidad de hijo. No te acerques a la confesión como a un tribunal humano, sino como a un encuentro en el que te digo: “Hoy empiezas de nuevo conmigo.
     
  • En la Unción de los enfermos, me inclino de modo muy especial sobre tu fragilidad física. No es un “último rito” para el que ya no tiene esperanza; es mi mano que te toca cuando más lo necesitas, para fortalecer tu fe, consolar tu corazón, y a veces, si conviene, también sanar tu cuerpo.
     
  • En cada gesto de cuidado y ternura, en cada médico, enfermera, familiar o amigo que se inclina sobre ti con amor, ahí estoy yo. No sólo actúo con milagros extraordinarios; también sanando a través de la ciencia, de la escucha, de la paciencia, de la compañía.




    Reinar desde tu propia cruz


    Hoy celebran mi fiesta como Rey. Pero quiero que entiendas bien:
Yo no te prometo un reino sin heridas, sino un Reino donde las heridas, unidas a las mías, dejan de tener la última palabra.

    No te pido que niegues tu dolor ni que finjas fortaleza. Te pido que me dejes entrar en él. Que, como el buen ladrón, te atrevas a decirme en tu lenguaje sencillo:
Jesús, acuérdate de mí. Mira mi enfermedad, mi pecado, mi historia. No tengo mucho que ofrecerte, pero te doy esto tal como es.

    Si lo haces, comenzarás a reinar conmigo:

  • Reinas cuando, aun sufriendo, eliges confiar.
  • Reinas cuando perdonas a quien te ha herido.
  • Reinas cuando, desde tu cama, ofreces tu dolor por otros, por la conversión de los pecadores, por la paz de los que viven angustiados.
  • Reinas cuando permites que yo sane tus heridas más profundas, aunque nadie más las vea.

    Mi Reino no consiste en que nunca enfermes ni en que nunca llores, sino en que nunca estés solo en tu enfermedad ni en tus lágrimas.



    Mi última palabra para ti hoy


    Mientras la gente al pie de la cruz discute, critica o se burla, mi corazón está atento a una sola cosa: que ninguno de mis hijos se pierda. Y eso te incluye a ti, tal como estás ahora.

    Déjame decirte al oído, en este día de Cristo Rey:

    No temas tu fragilidad: la he tomado sobre mí.
No temas tu pecado: mi misericordia es más grande.
No temas tu futuro: ya te lo estoy preparando conmigo.

    Permíteme reinar en tu vida no quitándote la cruz, sino caminando contigo bajo su peso, hasta que un día, cara a cara, escuches sin sombras lo que hoy te digo en la fe:

    «Hoy estarás conmigo en el Paraíso.»

             Con amor eterno,

             Jesús, tu Rey crucificado y sanador

domingo, 9 de noviembre de 2025

Plegaria personal por la sanación

 

Por tercer curso consecutivo, seguimos ofreciendo este espacio de “Plegaria personal por la sanación”. La respuesta positiva de años anteriores nos hace conscientes de la necesidad de este servicio de oración. Son los segundos miércoles de mes de 5 a 7 de la tarde.

Las personas interesadas mantienen un diálogo con el sacerdote acerca de aquella situación de la vida que necesita ser sanada para concluir con una plegaria personalizada.

En el cartel aparecen las fechas, segundos miércoles de mes desde este mes de noviembre para concluir en junio.

Puedes unirte si lo necesitas o recomendarlo a quien creas necesita esta plegaria personal por la sanación. Gracias.

domingo, 28 de septiembre de 2025

Encuentro familiar el 11 de octubre ¡Resérvalo ya para ti!


 

    

Este año 2025, el 11 de octubre, Aniversario, coincide con sábado, primera vez para mí como Rector de la Capilla de Adoración con esta circunstancia.

    Al ser fin de semana y comprender que cada uno pueda tener sus propios compromisos familiares o de otro tipo, tras consultarlo con varios de ustedes, miembros de la Capilla de Adoración, ofrecemos un horario sencillo y perfectamente compatible con los compromisos familiares del fin de semana.

    Por tanto, te animo a que apuntes ya esta fecha del 11 de octubre por la mañana y la priorices por encima de todo. Ya sabemos que este día es esa cita anual para cuantos nos sentimos miembros vivos de esta familia eucarística. Un encuentro al que no puedes faltar, un momento único para gozar.

    En el cartel tienes toda la información. Comenzaremos a las diez de la mañana con laúdes, seguirá tiempo personal de silencio para la adoración, bendición, reserva y concluimos con la Eucaristía a la una del mediodía, celebración especial de acción de gracias, y también válida ya para el fin de semana.

    Difúndelo, preséntalo al Señor en la oración para que sea un momento de gracia y por supuesto PARTICIPA. Un abrazo agradecido y fraterno.

viernes, 30 de mayo de 2025

Oración a la Virgen del Pino en su bajada

 

Oración a Nuestra Señora del Pino

en el Año Jubilar 2025

 



Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra,

bajo tu advocación de Nuestra Señora del Pino,

te acogemos hoy con amor filial,

en esta bajada desde tu bendita basílica en Teror,

camino de esperanza en este Año Jubilar 2025.

 

Tú, que fuiste morada del Espíritu Santo,

guía ahora nuestros pasos

por los senderos de Gran Canaria,

desde las cumbres de pinos y barrancos,

hasta los llanos y costas donde vive tu pueblo.

 

Te pones en camino, Madre,

a la Catedral de Santa Ana,

centro de nuestra Diócesis,

te acercas a Telde para acogerte

en el templo parroquial de San Gregorio

y permanecer en la basílica de San Juan en Telde,

visitas también el templo de San Rafael en Vecindario.

 

Traes contigo la luz de Cristo

a cada rincón, a cada hogar, a cada corazón.

María, misionera del Padre,

enséñanos a caminar con esperanza,

a abrir las puertas de nuestras vidas

al Evangelio de Jesús,

para que, llenos del Espíritu Santo,

seamos apóstoles y misioneros,

testigos valientes del amor de Dios,

                        portadores de paz, de justicia y de reconciliación.


Intercede por cuantos peregrinan contigo,

por los que creen y por los que buscan,

por los que dudan y por los que sufren.

Concede a tu Iglesia que peregrina en Canarias,

un nuevo Pentecostés,

la gracia de ser una comunidad viva,

alegre, acogedora y misericordiosa,

para que, al final de este peregrinar,

nos encontremos todos unidos en Cristo,

fuente de la verdadera Vida.

 

Nuestra Señora del Pino,

patrona de la Diócesis de Canarias,

derrama tu bendición maternal,

acompáñanos siempre,

ahora y en la eternidad

nos acogemos bajo tu manto

porque eres camino de esperanza. Amén

miércoles, 21 de mayo de 2025

Nuestros Obispos animan a participar en la Bajada de la Virgen del Pino


SALUDA DE LOS OBISPOS

AÑO JUBILAR 2025 - "Camino de Esperanza"

6 mayo 2025

 

    Queridos hermanos y hermanas en el Señor:   

 

    En este Año Jubilar 2025, que vivimos en la diócesis bajo el lema “Camino de Esperanza”, queremos

celebrar un momento especial de gracia: la 52ª Bajada de la Virgen del Pino desde su templo mariano

en la Villa de Teror hasta Las Palmas de Gran Canaria, Santa Lucía de Tirajana y Telde.

 

    La Virgen del Pino baja para encontrarse con su pueblo y para recordarnos que la vida cristiana es un 

camino de esperanza que nos conduce al encuentro con Cristo. Al caminar junto a ella, contemplamos

que Dios no se quedó lejos, se encarnó en el seno de María. Ella, como primera discípula, camina con

nosotros y nos enseña que Dios se hace presente en lo cotidiano: en nuestra historia, en nuestros 

pueblos y familias.

 

    Y en este peregrinar de la vida cargamos con nuestras penas, heridas e ilusiones, recordando que, en

Jesús, por su muerte y resurrección, encontramos fortaleza junto a su Madre.

Mirar a María en cada paso que damos nos debe llevar a renovar nuestra esperanza, descubriendo que

la ternura y la misericordia no son signo de debilidad, sino de una fuerza interior que brota del Espíritu.

 

    Desde estas líneas queremos invitar a todos a salir al encuentro de la Virgen del Pino. Que nadie quede

fuera de este tiempo de gracia. Acompañémosla con nuestras oraciones y nuestras vidas guiados por

el testimonio alegre y firme de la esperanza cristiana, esa que no es una ilusión pasajera, sino una

certeza que se arraiga en Cristo resucitado.

 

    Que para todos y todas sea una oportunidad que reavive el ardor del Espíritu Santo y nos haga

redescubrir, en medio de los desafíos de la vida: el don de la fe, fuerza, medicina y luz para construir un

mundo más justo, fraterno y solidario.

 

                    Con la Virgen del Pino, caminemos todos juntos...por el Camino de Esperanza. 

 

                                                                                                                    Con nuestra oración y bendición,

                                                                            +José Mazuelos Pérez, obispo de la Diócesis de Canarias.

                                                   +Cristóbal Déniz Hernández, obispo auxiliar de la Diócesis de Canarias.

jueves, 8 de mayo de 2025

Oración de acogida al Papa León XIV

 

 

Oración de acogida al Papa León XIV

Señor Jesucristo,
Buen Pastor resucitado,
te damos gracias por el don de un nuevo Sucesor de Pedro,
el Papa León XIV,
que ha saludado al mundo con la paz que viene de Ti,
una paz humilde, perseverante, que desarma el odio y cura el miedo.

Te bendecimos porque, a través de sus palabras,
hemos escuchado el eco de tu amor incondicional,
la certeza de que el mal no prevalecerá,
y la invitación a caminar sin temor,
tomados de Tu mano y las de nuestros hermanos.

Desde una intensa comunión eclesial, acogemos con gratitud a este hijo de San Agustín,
presentado ante nosotros como cristiano y a la vez obispo para nosotros.
Bendice su deseo de una Iglesia misionera, sinodal,
con los brazos siempre abiertos ,
constructor de puentes y cercano, desde la ternura,
a los que sufren, a los olvidados, a quienes buscan consuelo.

Señor, fortalece su corazón de pastor
para que, junto con el Pueblo de Dios,
anuncie con valentía tu Evangelio
y conduzca a tu Iglesia por caminos de justicia, paz y misericordia.

Te pedimos también por su querida diócesis de Chiclayo,
por Roma y por el mundo entero. Te encomendamos la Iglesia universal.
Haznos discípulos fieles, puentes de diálogo y encuentro,
miembros de un solo pueblo que camina hacia Ti.

Y a ti, María, Madre de la Iglesia, únenos a él y
te pedimos lo acompañes con tu intercesión maternal,
lo protejas y camines siempre con él.

Amén.

¡Habemus Papam!



Palabras del Papa León XIV – jueves 8 mayo 2025


La paz sea con todos ustedes


Queridos hermanos y hermanas, éste es el primer saludo de Cristo resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios. También yo quisiera que este saludo de paz entrara en vuestros corazones, llegara a vuestras familias, a todas las personas, dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. La paz esté con ustedes.

Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz que desarma y una paz desarmante, humilde, perseverante. Viene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente. ¡Todavía conservamos en nuestros oídos esa voz débil pero siempre valiente del Papa Francisco bendiciendo a Roma!

El Papa bendiciendo Roma dio su bendición al mundo, al mundo entero, aquella mañana de Pascua. Permitidme que siga esa misma bendición: ¡Dios nos ama, Dios os ama a todos, y el mal no prevalecerá! Todos estamos en las manos de Dios. Por eso, sin miedo, unidos de la mano de Dios y unos de otros sigamos adelante. Somos discípulos de Cristo. Cristo va delante de nosotros. El mundo necesita Su luz. La humanidad le necesita como puente hacia Dios y su amor. Ayúdanos también a nosotros, luego unos a otros a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz. ¡Gracias Papa Francisco!

Quisiera también agradecer a todos los hermanos cardenales que me han elegido para ser Sucesor de Pedro y caminar junto a ustedes, como Iglesia unida buscando siempre la paz, la justicia, tratando siempre de trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para anunciar el Evangelio, para ser misioneros.

Soy hijo de San Agustín, agustino, que dijo: “con vosotros soy cristiano y para vosotros obispo”. En este sentido todos podemos caminar juntos hacia la patria que Dios nos ha preparado. ¡Un saludo especial a la Iglesia de Roma! [Aplausos]

Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes, dialoga, siempre abierta a recibir como esta plaza con los brazos abiertos. Todos, todos aquellos que necesitan de nuestra caridad, de nuestra presencia, de nuestro diálogo y de nuestro amor.

Y si me permiten también, una palabra, un saludo a todos ellos y de manera particular a mi querida diócesis de Chiclayo, en Perú, donde una comunidad fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto para seguir siendo Iglesia del hijo de Jesucristo.

A todos ustedes, hermanos y hermanas de Roma, de Italia, del mundo entero, queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que trata siempre de estar cercana especialmente a los que sufren.

Hoy es el día de la Súplica a Nuestra Señora de Pompeya. Nuestra Madre María quiere siempre caminar con nosotros, estar cerca de nosotros, ayudarnos con su intercesión y su amor. Entonces me gustaría orar junto contigo. Oremos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo y pidamos esta gracia especial a María, nuestra Madre. Ave María…


domingo, 4 de mayo de 2025

Oramos por el Cónclave

 

Dios Padre, fuente de toda vida y amor,

te alabamos por el don de la Iglesia y por habernos regalado el ministerio del Papa Francisco, testigo humilde del Evangelio y servidor fiel de tu pueblo. En este tiempo de discernimiento y esperanza, te suplicamos que acompañes con tu luz y tu sabiduría al Colegio de Cardenales llamado a elegir a su sucesor. Sé Tú, Padre bueno, quien inspire sus corazones, para que escojan a un pastor conforme a tu voluntad: un hombre de oración, humilde y valiente, que escuche el clamor del mundo y conduzca a tu Iglesia por los caminos de la justicia, la misericordia y la paz.

Señor Jesús, Hijo amado del Padre, rostro visible de su misericordia,


Tú que caminaste con los sencillos, sanaste corazones heridos y anunciaste la Buena Noticia a los pobres, suscita un sucesor que sea auténtico discípulo tuyo, enamorado de tu Palabra y del pueblo santo de Dios. Que sea un impulsor convencido del Concilio Vaticano II, promotor del diálogo, la fraternidad, la sinodalidad, y de una Iglesia que viva en comunión, participación y misión. Que su corazón arda con el deseo de una Iglesia “en salida”, cercana a las periferias, libre de temores, siempre abierta al Espíritu y atenta a los signos de los tiempos.

 

Espíritu Santo, alma de la Iglesia,


ven y renueva tu presencia en este momento crucial. Ilumina a cada cardenal con tu fuego santo para que, en libertad y fidelidad, reconozcan al pastor que tú has elegido. Que el nuevo Papa sea un puente de unidad, constructor de paz, servidor de la esperanza. Que su pontificado acerque a la Iglesia a sus raíces más puras, a la comunidad de los primeros discípulos, y que bajo su guía, volvamos al Evangelio con alegría, con frescura, con creatividad.

Haz, Espíritu de vida, que la Iglesia siga siendo signo de tu amor en el mundo, madre de todos, especialmente de los pobres, hogar abierto donde nadie se sienta excluido, sacramento de la salvación y reflejo del Reino que ya comienza.

 

Padre, Hijo y Espíritu Santo,

 
confiamos en tu fidelidad y tu promesa. Sostén a tu Iglesia en este tiempo, invocamos la intercesión de Santa María, Madre de la Iglesia, y guía a tu pueblo con esperanza hacia un futuro lleno de luz. Amén.

lunes, 21 de abril de 2025

Oración por la Pascua eterna del Papa Francisco


 

 

Dios Padre de misericordia y de toda consolación,                                             te damos gracias por la vida entregada de tu siervo el Papa Francisco.
Gracias por haberlo suscitado como Pastor bueno y fiel,
testigo de tu ternura en medio de un mundo herido,
profeta valiente en tiempos de indiferencia.
Gracias por su corazón pobre y libre, por su palabra encarnada,
por su vida que nos habla del Evangelio con gestos antes que con discursos.
Te bendecimos por su incansable llamada a ser                                                una Iglesia en salida,
cercana, samaritana, acogedora,
una Iglesia que toca la carne sufriente de Cristo                                                 en los descartados del mundo.

Perdón, Señor, por las veces que no supimos acoger                                          su magisterio con docilidad,
por los miedos que nos encerraron en estructuras muertas,
por nuestras resistencias a la sinodalidad, a la fraternidad, a la reforma.
Perdónanos por no atrevernos a soñar la Iglesia que el Espíritu sopla,
por no convertirnos a esa alegría del Evangelio que él predicó con pasión.

Hoy, al devolverlo a tus manos de Padre,
te pedimos que su memoria inspire a tu Iglesia a seguir caminando.                 La comunidad eclesial sea Casa abierta para todos, todos, todos.
Envía tu Espíritu Santo para que aliente                                                               la llama de la esperanza en el corazón de cada ser humano,                           para que el sucesor que elijas para Pedro,
sea también pastor con olor a oveja,
constructor de puentes, sembrador de paz,
profeta de justicia y alegría para los pobres.
Que no dejemos caer en el olvido                                                                       su sueño de una Iglesia pobre, madre y maestra,
que vive con sencillez, sirve con humildad y anuncia con alegría.

Señor de la historia,
haz de tu Iglesia un signo vivo de tu Reino,
y de Francisco, siervo bueno y fiel,                                                                    por la intercesión de Santa María del Pueblo,
acógelo en tu Pascua eterna, en tu Casa con todos los santos,
donde vive para siempre el gozo del Evangelio.

Amén.


domingo, 20 de abril de 2025

Feliz Pascua 2025

 A ti, parte de esta Capilla, en esta Pascua 2025:


¿Te has fijado? La llama de la esperanza arde en ti,

¡Cristo resucitado la hace posible!

El impulsa tu vida para colaborar 

con la misión evangelizadora de la Iglesia, 

que brota de la cruz y de la resurrección de Jesús.

 

Cristo resucitado abre en ti y en mi, 

caminos de novedad y bondad 

para mirar siempre adelante, para avanzar, crecer;

progresar desde el encuentro con el Señor Jesús.

 

Comienza ahora, hoy mismo, ponte en camino para ir más allá.

Juntos somos peregrinos de la esperanza.

Abre tus ojos a una mirada de entusiasmo

y fija tu atención en todo lo bueno del mundo de hoy.

Nuestra opción sea la paz, la vida y los pobres.


Contemplamos el futuro con esperanza.

Sentimos la alegría de vivir, porque tú y yo, 

somos creados a imagen y semejanza de Dios.

 

En medio de las aguas agitadas de la vida,

Cristo resucitado nos da

estabilidad y seguridad al invocarlo.

Las tempestades nunca podrán prevalecer, 

porque anclados en la esperanza de la gracia, 

en Cristo superamos el pecado, el miedo y la muerte.

 

Unidos en la presencia resucitada de Jesús Eucaristía, 

tu Pastor y Hermano

 

Julio - Sacerdote

 

Capilla de Adoración - Ermita S.Blas

Domingo de Pascua 20 de abril de 2025

capilladeadoracion.com

jueves, 10 de abril de 2025

Goza el perdón ¡atrévete!

 


En este luminoso Año del Jubileo de la Esperanza, la Iglesia nos invita a redescubrir una de sus tradiciones ymás profundas y liberadoras: el Sacramento de la Reconciliación. Bajo el lema “Goza el perdón”, te llamamos a experimentar la alegría que nace del corazón transformado por la gracia de Dios.


¿Cuándo fue la última vez que te permitiste ser totalmente libre de aquellas cargas que oprimen tu espíritu? El perdón no es solo un regalo que recibimos; es una puerta abierta hacia la paz interior y la renovación espiritual. Este sacramento, arraigado en la misericordia infinita de Dios, ofrece un encuentro personal con Él, quien está siempre dispuesto para borrarnos toda mancha de pecado y renovar nuestros corazones.


En la vida diaria, con frecuencia nos encontramos atrapados en errores y hábitos que nos alejan de la plenitud que Dios desea para nosotros. ¿Acaso no deseas una oportunidad para comenzar de nuevo? El sacramento de la reconciliación es una invitación divina para liberarte de tu pasado y caminar hacia un futuro lleno de esperanza y nuevas posibilidades.


¿Qué promesas te ofrece este sacramento en el Jubileo de la Esperanza?


  1. Sanación Interior: A través de la confesión, Dios no solo perdona nuestros pecados, sino que nos sana por dentro, liberándonos de culpas y remordimientos.
  2. Fortaleza Espiritual: Recibir este sacramento nos fortalece para enfrentar las tentaciones y desafíos con renovado vigor y gracia divina.
  3. Restauración de Relaciones: Al limpiar nuestro corazón, se nos da también la fuerza para reparar y mejorar nuestras relaciones con los demás.
  4. Paz Profunda: Experimentar el perdón de Dios nos trae una paz que el mundo no puede ofrecer ni entender.



Este Jubileo es un tiempo especial proclamado por la Iglesia para enfocarse en la esperanza que nace del amor y la misericordia de Dios. “Goza el perdón” no es solo un lema; es una realidad viviente que puede cambiar tu vida..


Te invitamos a dejar atrás las dudas y los miedos, a romper las cadenas del pecado, y a vivir plenamente la alegría que se promete en este sacramento. En este Jubileo de la Esperanza, acércate y goza del perdón. Es tiempo de permitir que la gracia de Dios transforme tu vida. ¿Estás ya en disposición para recibir este gran regalo?


miércoles, 5 de marzo de 2025

Mensaje para la Cuaresma 2025

 


Queridos hermanos y hermanas:

Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa cuaresma, en la fe y en la esperanza. La Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y a abrirnos a la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, el Señor, sobre el pecado y la muerte, como exclamaba san Pablo: «La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» ( 1 Co 15,54-55). Jesucristo, muerto y resucitado es, en efecto, el centro de nuestra fe y el garante de nuestra esperanza en la gran promesa del Padre: la vida eterna, que ya realizó en Él, su Hijo amado (cf. Jn 10,28; 17,3) [1].

En esta cuaresma, enriquecida por la gracia del Año jubilar, deseo ofrecerles algunas reflexiones sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria.

Antes que nada, caminar. El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel. No podemos recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante.

En segundo lugar, hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales [2]. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos [3]. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia.

En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos [4]. Esta es una segunda llamada: la conversión a la sinodalidad.

En tercer lugar, recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo [5], sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual. Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, «el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” ( Rm 8,38-39)» [6]. Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado [7], y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.

Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?  

Hermanas y hermanos, gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme [8]. En ella la Iglesia suplica para que «todos se salven» ( 1 Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo. Así se expresaba santa Teresa de Jesús: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo» ( Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3) [9].

Que la Virgen María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en el camino cuaresmal.

 

Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025, memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires.

     FRANCISCO

 

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[1] Cf. Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), 220.

[2] Cf. Homilía en la Santa Misa por la canonización de los beatos Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti (9 octubre 2022).

[3] Cf. ibíd.

[4] Cf. ibíd.

[5] Cf. Bula Spes non confundit, 1.

[6] Carta enc. Spe salvi (30 noviembre 2007), 26.

[7] Cf. Secuencia del Domingo de Pascua.

[8] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1820.

[9] Ibíd., 1821.