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jueves, 1 de noviembre de 2018

Bienaventuranzas en el día de todos los santos



            En el día de todos los santos, te regalo desde mi reflexión personal, escritas desde el corazón, estas bienaventuranzas.Actualizadas y adaptadas, tomando como referencia la exhortación apostólica del Papa Francisco "Alegraos y reogocijaos" sobre el llamado a la santidad en el mundo actual. Mi deseo te sean de utilidad para tu oración y meditación. Disfrútalas. Gracias.¡Felicidades!



          Feliz tú cuando seas capaz de vivir sin reloj, viviendo con intensidad la vida, porque estás empezando a saborear la gozosa eternidad que te espera.

          Feliz tú cuando  tu oración sea simple y sencilla, sin ánimo de acumular gracias porque ya te recordó Jesús que para orar no hacen falta muchas palabras.

          Feliz tú cuando no mides el tiempo que le dedicas a Dios porque descubrirás que cada minuto de tu vida es regalo suyo, entonces tu corazón crecerá y se ensanchará en gratitud. 

          Feliz tú cuando de las 24 horas del día tienes tiempo para los pobres y pequeños porque estás haciendo una importante prioridad para descubrir en ellos al mismo Señor.

          Feliz tú cuando no presumes ni hablas del mucho o poco tiempo que vives tu fe en la Iglesia, porque eso no te garantiza nada, sí te hará mucho bien aprender de quienes hoy responden a la llamada del Señor para vivir desde el compromiso y fraternidad.

          Feliz tú cuando en la organización de tu tiempo, Dios tiene el primer lugar porque todo lo demás, tu familia, amigos… tendrán la posibilidad de descubrir lo importante que es Él para ti.

         Feliz tú cuando no te preocupa la edad que tengas, sino que piensas que hoy puede ser el último día de tu vida, para dar vida a los años, sólo así podrás sentir que vivir merece la pena.

        Feliz tú cuando busques lo nuevo y no te ates a costumbres de tiempos pasados que te hacen vivir con monotonía, serás feliz si buscas lo nuevo y te dejas sorprender por  Dios, siempre novedad.

        Feliz tú cuando hagas oídos sordos a los que te critican, insulten o calumnien porque estás actuando en fidelidad a tu propia conciencia y eres capaz de vivir con plenitud la vida.

       Feliz tú cuando tus oídos no estén atentos a murmuraciones  y comentarios y busques la verdad, no lo que las personas dicen, sino tu escucha y tu búsqueda de Cristo como camino, verdad y vida.

      Feliz tú cuando de tu boca no salgan malas palabras, ni te unas a quienes maldicen, sino que sepas bendecir a cuantas personas acuden a ti con un mensaje de aliento y esperanza. 

     Feliz tú cuando dejas de lado toda queja de tu boca para descubrir todas las posibilidades que Dios puso en ti y pones manos a la obra para hacer de este mundo, un anticipo del cielo que te espera.

    Feliz tú cuando seas capaz de escuchar sin juzgar, guardando la discreción y prudencia de quienes se confían a ti porque simplemente ya estás haciendo lo que Dios hace contigo.

    Feliz tú cuando tengas unos ojos que aprendan a mirar sin prejuicios , sin tener en cuenta los consejos de nadie, porque descubrirás la inmensa riqueza de cada ser humano que te rodea.

    Feliz tú cuando aprendas a ver la vida en colores y dejes de lado todo aquello oscuro que solo te lleva al pesimismo y la tristeza. Feliz tú porque empiezas a  vivir mejor de un modo nuevo.

    Feliz tú cuando por muy grandes que sean tus problemas, no te ahogas en ellos, sino que eres capaz de mirar más allá de ti para fijarte en quienes están peor que tú y así encontrar fuerzas para ayudar a otros.

    Feliz tú cuando pones nuevas metas y nuevos ideales a tu vida, feliz tú sin perseveras en ello a pesar de que te digan que no merece la pena, porque estás creciendo como persona y creyente.

    Feliz tú cuando reconoces tu humanidad y tu debilidad, y no te crees mejor que los demás, porque ya estás permitiendo que Dios te abrace con su ternura y su misericordia.

   Feliz tú cuando  tu única preocupación sea hacer el bien a todos y dejes de decir que no haces mal a nadie, porque de este modo seguramente tampoco estarás haciendo ningún bien ni por ti ni por Dios ni por los demás.

   Feliz tú cuando no te compares con ningún ser humano, sino que pretendas vivir en autenticidad y desde la humildad de corazón porque recibirás inmensas bendiciones en esta vida y la que te espera.

   Feliz tú cuando sintiendo la tentación del fracaso y decepción, cuando desees tirar la toalla, no lo haces para vivir a partir de entonces desde el servicio a los demás, tu mejor gratificación y recompensa.

   Feliz tú cuando sabes ponerte en los zapatos de la otra persona, para comprenderla y poder sentir como tuyo su dolor y sus preocupaciones, así estarás dando un importante paso adelante en tu vida.

   Feliz tú cuando sabes sonreír y tener buen humor, porque te ayudará a crear felicidad en torno tuyo, así harás que cuantos te rodean puedan vivir más alegres.
   
   Feliz tú cuando no vivas con la mente cerrada a opiniones contrarias porque te enriquecerás en tu modo de pensar  al reconocer la parte de verdad de cada persona y podrás ser así alguien con más libertad y plenitud.

   Feliz tú porque no presumes de estudios por muchos que tengas, sino que empleas tu saber al servicio de los demás y te esfuerzas en conocer más y mejor quién es Dios en tu existencia.

   Feliz tú cuando no te importa ir contracorriente y ser signo de contradicción por fidelidad a tu seguimiento del Señor, porque dejarás una huella imborrable que nadie olvidará.

   Feliz tú cuando no callas cuando hay una palabra que decir para corregir o dar test
imonio y feliz tú cuando  hablas sin respetos humanos para decir lo que piensas.

   Feliz tú cuando aprendes a ser cada día no solamente mejor persona, sino aún más, deseas  ser mejor creyente y vivir con más empeño en santidad.

  Feliz tú cuando no pretendas caer bien a los demás o cuando no vivas de apariencias porque entonces aprenderás a vivir el camino que solo tú puedes vivir en esta existencia temporal. 

  Feliz tú cuando no pretendas imitar a ningún santo, pues ellos vivieron su camino, y tú tienes el tuyo para vivir en libertad y felicidad, teniendo como horizonte de tus pasos la persona de Cristo.

  Feliz tú cuando te alejes de todo cumplimiento y consumismo religioso para buscar con un corazón sincero y auténtico lo que Dios quiere de ti, la búsqueda de su voluntad.

  Feliz tú cuando no apagas la televisión para  así escuchar el sufrimiento de la sociedad de hoy, feliz tú cuando estás al día de las preocupaciones y dificultades del mundo actual porque haces tuyo todo lo humano para presentarlo a Dios en tu plegaria con un corazón universal.

   Feliz tú cuando alejes de ti la mediocridad para hacer tus tareas del mejor modo posible y hagas fructificar en tu interior todo lo bueno que Dios puso en ti.

   Feliz tú cuando vives sin miedo en las travesías intempestuosas de la vida y lo único que mueve es tu confianza que Dios te llevará a buen puerto.

   Feliz tú cuando con valentía tomas decisiones para crecer en todas las dimensiones de tu vida y realizar aquello que nunca habías hecho hasta el día de hoy.

   Feliz tú cuando eres capaz de expresar tus sentimientos a cuantos seres humanos te rodean, para manifestarles tu afecto con un gesto o una palabra, harás crecer la ternura para transparentar así más humanidad y más de lo divino que hay en tu corazón.

   Feliz tú cuando haces una opción por ser un creyente sano y santo, porque es posible vivir ya desde ahora una parte de lo que te espera más allá de esta tierra, adelantas así el cielo en la tierra.

   Feliz tú cuando vives la vida como un libro de páginas en blanco, que escribes con los nombres de las personas que amas y entregarás al final de tu recorrido en esta senda terrenal.

   Feliz tú cuando vives ligero de equipaje, así caminarás con más agilidad en este camino terrenal y tendrás más capacidad de compartir y vivir con lo esencial.

   Feliz tú cuando en tu corazón sólo hay lugar para el amor, el perdón, la unidad, la paz. Feliz tú porque dejarás resplandecer en tus obras la presencia divina en tu interior.

   Feliz tú cuando descubres el valor de los gestos sencillos de cada día porque en ellos reside la grandeza  de cada día, la esencia de la santidad: vivir lo cotidiano de modo extraordinario.

  Feliz tú cuando nunca te sientas en soledad al experimentar la comunión de los santos, la intercesión por ti de quienes ya llegaron a la meta y la de quienes aún permanecemos en camino.

  Feliz tú cuando vivas la fecha del día de todos los santos con alegría, porque es la garantía y anticipo de una vida plena, de un cielo nuevo y una tierra nueva.

  Feliz tú, cuando...( puedes seguir añadiendo otras situaciones sencillas aplicadas a tu vida)

  Autor: Julio Roldán, sacerdote ( 1 noviembre 2018)


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Julio Roldán